Manejo sostenible con fungicidas en olivar: el turno de Syngenta

Cultivos leñosos
Campo de Olivares

Con 2.770.424 hectáreas de superficie en España (1.894.893 ha en secano y 875.531 ha en regadío), según la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos (ESYRCE) 2021 del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el olivar es uno de los principales cultivos de nuestro país.

 

Su importancia socioeconómica hace que sea crucial encontrar fórmulas adecuadas para cuidar y prevenir a este cultivo de posibles afecciones. Una época a tener especialmente en cuenta es el otoño, cuando empiezan a darse condiciones climáticas que favorecen su desarrollo. Las temperaturas suaves se combinan con humedades relativas altas, previas a las primeras lluvias de esta estación, y eso genera un caldo de cultivo idóneo que aumenta las probabilidades de aparición de enfermedades fúngicas.

Estas son una clara amenaza para la rentabilidad económica del cultivo, por lo que el olivicultor debe intentar prevenirlas, y hacerlo desde un enfoque sostenible. “Una cosa sostenible es una cosa que se puede mantener en el tiempo, y para mantener un cultivo en el tiempo, lo primero que tiene que ser es rentable para el agricultor porque, si no, lo va a dejar”, sostiene el experto en cultivo de olivar de Syngenta, Juan Trigos.

Por lo tanto, se busca que la sostenibilidad tenga tres dimensiones, no solo la ambiental, sino también la económica y la social.

Principales enfermedades fúngicas del olivar: la amenaza del repilo

Tuberculosis (Pseudomona savastanoi pv. Savastanoi), antracnosis (Colletotrichum spp.), emplomado (Pseudocercospora cladosporioides), negrilla y escudete (Camarosporium dalmaticum) son algunas de las principales enfermedades de carácter fúngico o bacteriano, y sus agentes causantes, que aquejan al olivar. Sin embargo, por encima de todas ellas debe destacarse la considerada más grave y extendida en este cultivo: el repilo.

El repilo, también conocida como vivillo, vivo o caída de hojas, es una enfermedad causada por un hongo de desarrollo interno, Venturia oleagina, que afecta fundamentalmente a las hojas de los olivos, aunque también al pedúnculo de las aceitunas o incluso a los frutos, tal y como explican desde la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía en el manual ‘Técnicas de cultivo: Plagas y enfermedades del olivo’.

Los periodos más frecuentes de infección por Venturia oleagina son septiembre-noviembre y febrero-abril, aunque este hongo puede sobrevivir en los periodos desfavorables para su desarrollo en las hojas caídas y en las hojas afectadas que permanecen en el árbol, con lo que la enfermedad del repilo puede propagarse durante todo el año.

El síntoma más visible es la aparición de manchas circulares de colores vivos en el haz de la hoja. Estas lesiones provocan una caída importante de hojas, sobre todo en las ramas bajas del olivo, que pueden quedar totalmente desfoliadas (arrepiladas), disminuyendo la productividad. El documento de la Consejería señala que, aunque no es muy frecuente, la enfermedad también puede localizarse en la zona peduncular del fruto, que termina cayendo prematuramente.

Control sostenible del repilo

Un manejo sostenible de esta enfermedad implica acompañar el tratamiento químico con medidas culturales que favorezcan la aireación y reduzcan la condensación, como son las podas que eviten copas demasiado densas y muy pobladas. En zonas endémicas es recomendable la elección de variedades menos susceptibles a la infección.

Además, para Syngenta, el tratamiento adecuado debe tener en cuenta los plazos de seguridad de los productos utilizados, la fecha de recolección estimada y la velocidad del viento para evitar pérdidas por deriva. Tiene que realizarse cuando hay presencia de repilo visible o cuando el porcentaje de Spilocaea oleagina incubado supera el umbral del 1%.

Desde la compañía se recomienda el tratamiento con cobre, que debe acometerse cuando la superficie de la hoja presente mayor humedad.

Asimismo, la formulación debe estar correctamente diluida con la dosificación correcta y aplicarse con la maquinaria bien calibrada por parte del operario cualificado, con equipos y bajo las normas de protección adecuadas. Después del mismo, es importante una correcta limpieza de la maquinaria de aplicación y evitar los vertidos del líquido de lavado que puedan contaminar.

Para hacer frente al repilo durante el tratamiento de otoño, Syngenta pone a disposición de los olivicultores ZZ Cuprocol, un fungicida cúprico de alto contenido en cobre.

Este es el mineral fungicida por excelencia, con demostrada eficacia en el control del repilo del olivar y otras enfermedades. De entre todas las variedades existentes en el mercado de fitosanitarios, el oxicloruro de cobre presenta los mejores resultados contra la enfermedad.

Entre los factores que convierten a ZZ Cuprocol en la opción más efectiva contra el repilo están el tamaño de partícula, la concentración de la materia activa y la facilidad de manejo y aplicación.

Esta solución posee un tamaño de partícula más fino, lo que implica aplicar una menor cantidad de cobre por hectárea, con lo cual se contribuye al objetivo de reducir el uso de productos fitosanitarios. Ese tamaño permite también una alta concentración: 70% de cobre metal en la formulación.

Al mismo tiempo, al contar con partículas muy pequeñas, el poder de cobertura de ZZ Cuprocol es mayor y su aplicación sobre los olivos es más homogénea, lo que hace aumentar la eficiencia de la actividad antifúngica del cobre.

Otra ventaja de trabajar con soluciones con esos tamaños de partículas es el aumento de la adherencia sobre la superficie de la hoja del olivar. Con un mayor poder de adherencia se obtiene una mayor persistencia de protección frente al repilo y resistencia al lavado por lluvia.

Por último, ZZ Cuprocol se presenta en una formulación líquida como una suspensión concentrada, lo que implica que se reduce la exposición por parte del agricultor y disminuye el riesgo de toxicidad.

Desde Syngenta señalan que esta solución tiene propiedades pseudoplásticas: “en reposo es un sólido, lo que evita la separación de los componentes durante el almacenamiento, confiriéndole una buena estabilidad a largo plazo. Al someterlo a agitación se convierte en un líquido fluido, lo que permite una fácil dosificación y disolución inmediata en la cuba de aplicación”.

Además, al tratarse de una formulación líquida, su manejo se simplifica al no presentar, tampoco, problemas de sedimentación en la maquinaria de aplicación y previene la obturación de boquillas, aumentando la vida útil de estos elementos de aplicación de tratamientos.

Triple protección para el cultivo, para el agricultor y para el medio ambiente en la lucha contra las enfermedades fúngicas del olivo.