Gestión integrada de plagas

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Gestión integrada de plagas una-herramienta para la agricultura sostenible

La agricultura sostenible es uno de los pilares más importantes para poder reducir las emisiones que produce el campo de la agricultura en el medio ambiente. Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) la agricultura sostenible debe garantizar la seguridad alimentaria mundial y al mismo tiempo promover ecosistemas saludables y apoyar la gestión sostenible de la tierra, el agua y los recursos naturales.
Es por ello que en los últimos años se ha desarrollado una estrategia para asegurar la sanidad vegetal, a la vez que se promueve la biodiversidad de los cultivos y se hace un uso más responsable de los fitosanitarios. Dicha estrategia se llama, Gestión Integrada de Plagas (GIP), y se basa en el uso combinado de medidas biológicas, químicas, de cultivo o de selección de variedades.
 

 GIP, una estrategia que asegura la sanidad vegetal a la vez que promueve la biodiversidad de los cultivos


Todas ellas acciones que por sí solas solo mejorarían un aspecto del cultivo, pero que en conjunto permiten al agricultor obtener numerosas ventajas a la vez que se realiza una gestión integral del cultivo, en cuanto a plagas se refiere.

La Gestión Integrada de Plagas usa preferentemente técnicas culturales que pueden llegar a retardar, prevenir o minimizar los efectos de las plagas o enfermedades y crear condiciones desfavorables para ellas. Las prácticas de saneamiento del terreno, el manejo del cultivo y la exclusión son los principales pasos que hay que tomar para una gestión eficaz. Algunos ejemplos de esas prácticas son la rotación de cultivos, falsa siembra, densidad, profundidad de siembra y un sistema adecuado de laboreo, ya sea convencional o mínimo.

Medidas biológicas como la protección y mejora de los enemigos naturales, proporcionándoles infraestructuras ecológicas o haciendo un uso adecuado de los fitosanitarios cuidando que no les afecten.

Medidas químicas como una práctica equilibrada de fertilización, enmienda de suelos, riego y drenaje o el uso de productos fitosanitarios. En este último caso siendo, lo más específico posible con el objetivo de éste, para evitar el daño en la fauna auxiliar, los enemigos naturales o el medio ambiente. El uso de estos productos tiene que ser limitado por lo tanto se deberán tomar medidas como por ejemplo la optimización de la dosis o la reducción de la frecuencia de aplicación asegurándose de que el nivel de riesgo para la planta sea aceptable y que no se incremente el riesgo de resistencia de los organismos nocivos.
Otras medidas interesantes serían el uso de variedades resistentes o tolerantes que aguanten los efectos nocivos de la plaga, solo cuando proceda; y medidas profilácticas como llevar al día la limpieza de la maquinaria y desinfectar las herramientas.

Las medidas no químicas deberán tener preferencia ante las medidas químicas siempre y cuando sea posible. En el caso que se necesite el uso de las medidas químicas cuando el control de la plaga no sea satisfactorio, estas serán integradas con las medidas biológicas o físicas.
 
Gestión Integrada de Plagas (GIP): ventajas y desventajas
 

La práctica de la Gestión Integrada de Plagas permitiría al agricultor incrementar el valor de la producción

, ya que el producto obtenido podría ser certificado como producto sostenible aumentando su precio de venta, y alineándose con las tendencias del consumidor actual.

En línea con lo anterior, el agricultor podría aumentar la rentabilidad de su cosecha, ya no solo por el precio superior de venta de la cosecha, también por la alta calidad de la misma.

Por otro lado, tenemos beneficios medioambientales ya que una gestión integrada permite disminuir el uso de fitosanitarios y fertilizantes (lo que también aumentaría la rentabilidad de la producción), garantizando practicar técnicas respetuosas con el medioambiente y controlando mejor el uso de recursos naturales.

Sin embargo, es necesario mencionar algunos aspectos que juegan en contra de la adopción de estas prácticas. La Gestión Integrada de Plagas incurre en costes adicionales de seguimiento, análisis, revisiones y certificados; además requiere de una formación especial y continua.
 La práctica de la Gestión Integrada de Plagas permitiría al agricultor incrementar el valor de la producción.
Costes asociados al GIP, que pueden verse como una inversión a futuro, ya que, como hemos comentado al principio, el agricultor puede conseguir más fácilmente certificados de prácticas sostenibles muy valorados en los mercados.

En cuanto a legislación se refiere, la gestión integrada de plagas sigue el reglamento impuesto por el Real Decreto 1311/2012, de 14 de septiembre, por el que se establece el marco de actuación para conseguir un uso sostenible de los productos fitosanitarios. A efectos de este real decreto los ámbitos agrarios comprenden la producción primaria agrícola y forestal, incluidos los pastos y eriales.

Es bien sabido que los cambios son difíciles, sobre todo para las personas que llevan haciendo lo mismo toda la vida, pero este cambio es necesario. Conseguir una agricultura sostenible puede ser el primer paso para garantizarnos una salud alimentaria mundial y hacer una gestión sostenible de la tierra y sus recursos.

Syngenta y la Gestión Integrada de Plagas (GIP)

Desde Syngenta estamos a favor de este tipo de prácticas agrícolas, ya que vemos en la Gestión Integrada de Plagas, una oportunidad para desarrollar una agricultura sostenible y de calidad.

Así, nuestro The Good Growth Plan apuesta por la biodiversidad y la creación de márgenes multifuncionales en los cultivos, sirviendo de hoteles para esa fauna auxiliar y enemigos naturales de las plagas que azotan nuestros cultivos.

Además, nuestra inversión en el desarrollo de variedades resistentes a diferentes enfermedades y/o plagas, permiten al agricultor optimizar el uso de fitosanitarios en el cultivo.

El consumidor europeo actual se encuentra en un proceso de cambio de consumo hacia productos sostenibles. Por eso, la Gestión Integrada de Plagas es una práctica que asegurará al agricultor la diferenciación de sus productos en el mercado global en el que vivimos.